Inclusión o exclusion?

Por Ulli Diemer


Siempre disfruto la lectura de Spacing, la revista consagrada al paisaje urbano de Toronto. Los artículos son variados y usualmente están bien escritos, las fotos e ilustraciones son excelentes, la política progresiva y la sensibilidad en general favorece el andar en bicicleta y a pie y está en contra del dominio de las corporaciones del espacio público.

Estos son valores e intereses que comparto; sin embargo, me sentí un poco preocupado por el artículo principal en la edición de primavera titulado: "Creando un sentido de pertenencia" en donde se describía a una defensora y organizadora comunitaria que recientemente recibió una aficiliación de justicia social por parte de una organización de Toronto. No quiero caracterizar a este individuo, que, a decir de todos, es una persona sincera que trabaja duro para hacer lo que ella considera haría de su comunidad un mejor lugar. En todo caso, las ideas que ella expresa son bastante comunes, y lo que me inquieta es precisamente que hayan sido aceptadas sin ningun escrutinio por tantas personas.

El tema del artículo es que necesitamos lograr que las diversas "comunidades" de Canadá sientan que pertenecen, y que "La inclusión social no es reacomodar las sillas en el Titanic. Es construir un nuevo barco".

A manera de ilustración, la organizadora habla de una reunión comunitaria en la que un hombre que hablaba Punjabi le mencionó que él y sus amigos hacían un uso limitado del parque local en las noches de verano sólo porque el único baño público, en la biblioteca cercana, cerraba a las 5:00 pm. Ella sugirió que hablaran con el consejero local de la ciudad, que estaba presente en la reunión, sobre su inquietud. La defensora actuó como intérprete y le presentaron el problema al político, que, como era debido, prometió ver si ella podía hacer algo al respecto.

De acuerdo con la organizadora, esto fue un momento de atribución de poder para el hombre que tenía el problema porque le mostró que, aunque no hablaba inglés, "lo que uno dice y hace puede hacer una diferencia". La conclusión en términos más amplios que ella saca es que este intercambio "muestra el problema de la diversidad y el pluralismo... El problema no es que la gente no esté involucrada, el problema es que no estamos adonde ese involucrarse está sucediendo". Ella dice que los lugares en donde las comunidades inmigrantes hablan de política es en sus mezquitas, los centros comunales, los parques y en sus hogares. La organizadora dice que el político que estaba presente en esta reunión en particular "es una persona muy amable, pero que diferencia hace eso si ella no puede entender a sus electores?" "Lo que yo sugiero", dice ella, "es que en vez de crear estructuras en donde se espera que la gente participe, que de hecho uno haga el trabajo duro de averiguar en donde están las comunidades, escuchar lo que están diciendo en el lenguaje en que lo están diciendo. Yo sé que es difícil y sé que es duro, pero que demonios!, así es el revoltijo del pluralismo". Sólo de esta manera, dice ella, podemos construir una sociedad en donde "yo, mis hijos, otros inmigrantes y refugiados, y otras personas marginadas y personas de color " puedan adquirir un sentido de pertenencia".

Uno se pregunta si decir algo negativo sobre este momento de sentirse-bien descrito por esta defensora. Después de todo, para muchos de nosotros han habido ocasiones en donde encontrar un baño ha sido una prioridad excesivamente urgente, y la mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que tener más acceso a más baños públicos es algo bueno.

Pero es a esto a lo que la adquisición de poder se refiere? Avisarle a un político que hay un baño cerrado, y recibir una promesa de que ellos van a ver qué se puede hacer al respecto?

Y que tipo de modelo de "pluralismo" es el que esta defensora de la comunidad, y muchas otras como ella, están tratando de promulgar? Los tres millones de residentes de Toronto hablan más de 100 lenguajes: el sitio de internet oficial de la ciudad proporciona información en 140 diferentes lenguajes. De verdad pensamos que es posible o deseable que el pequeño cohorte de oficiales electos pueda hacer rondas en miles de mezquitas, iglesias, templos, y sinagogas, para no mencionar centros comunitarios, parques, y residencias privadas, y escuchar lo que la gente está diciendo "en el lenguaje en que lo están diciendo?"

Esta idea es tan absurda que dudo que aún los que se han adherido a ella, crean en ella. El escenario que ellos realmente tienen en mente, uno sospecha, es el que de verdad sucede en la historia mencionada anteriormente: un líder comunitario, alguien que habla inglés con fluidez, es seleccionado, o se selecciona a sí mismo como el portavoz, y entonces le dice a los políticos lo que él o ella piensan que la gente en su comunidad necesita y desea. El proceso de adquisición de poder que en realidad está dándose se puede describir con más precisión como la adquisición de poder de una capa de activistas que entonces se mueve a una posición de representante oficial de "sus" comunidades, o a trabajos pagados en agencias comunitarias de financiamiento público.

Yo no quiero denigrar los valiosos servicios que proporcionan muchas de estas agencias, ni cuestiono la dedicación y el duro trabajo de las personas que trabajan para ellos. Pero yo ciertamente cuestiono este tipo de "adquisición de poder". Como puede la gente ganar poder si no hablan el lenguaje funcional de la sociedad en la que viven? Aquí, en la Canadá angloparlante, el lenguaje del poder en todas sus formas es el inglés -el lenguaje del gobierno, de la política, de los negocios y el trabajo, de los principales medios de comunicación, de la educación superior. Cómo se puede hablar de adquirir poder y de inclusión y de crear un sentido de pertenencia mientras se defiende un modelo social que asume que los ciudadanos no van a adquirir, y no deben adquirir, un conocimiento funcional del inglés? Este es un modelo que fomenta la división, la exclusión y la carencia de poder, y no la inclusión y la adquisición de poder.

Para ser claros: Yo pienso que es bueno y deseable que nosotros hagamos posible que la gente que no habla inglés tenga acceso a los servicios esenciales en su propio idioma. Me alegro de que el sitio de internet de la ciudad proporcione información en 140 lenguajes diferentes. Me alegro de que tengamos intérpretes para personas que necesitan ayuda para tener acceso a los servicios de salud o al sistema legal. Disfruto de vivir en una ciudad donde personas de todo el mundo se mezclen.

Pero creo que los líderes que promulgan una visión de "comunidades" distintas que hablan diferentes idiomas, se mantienen distantes de las otras, y se comunican con las estructuras de la sociedad más grande sólo a través de intérpretes, están haciendo más mal que bien. Lo que ellos están defendiendo no es diversidad sino una división inamovible.

Aunque pueden tener las mejores intenciones, en realidad no están contribuyendo a que la gente adquiera poder, al fomentar y perpetuar una situación en la que las personas se relacionan política y socialmente sólo con otros miembros de su propia comunidad étnica o religiosa. Y uno no puede evitar notar que la gente que defiende este modelo no se adhiere al mismo personalmente: ellos sí han aprendido inglés, y ellos no tienen que esperar a que los políticos vengan y los escuchen en sus propias comunidades: ellos van a donde está la acción y luchan por lo que quieren, en inglés.

La verdad es que el concepto de una sociedad compuesta de "comunidades" identificadas por su etnicidad, lenguaje o religión es la antítesis misma del proceso de adquirir poder. Es un modelo que presupone que "hacer una diferencia" no es más que ejercer presión para lograr más servicios en tu propio grupo étnico. Pensándolo bien, no es más que una visión estrecha, conservadora e inclusive degradante de lo que significa ser un ciudadano.

El cambio real, el verdadero proceso de adquirir poder, solo puede suceder cuando las personas trabajan juntas con base en metas comunes sin importar sus antecedentes étnicos o religiosos. Por ejemplo, algo que une a muchos inmigrantes -y muchas personas que trabajan que han nacido en Canadá- es una experiencia común de baja paga y malas condiciones laborales. El movimiento laboral, la expresión organizada de la lucha para mejorar las vidas de los trabajadores, ha tenido éxito en la medida en que las uniones han sido capaces de crear solidaridad entre los trabajadores sin importar sus antecedentes. Los empleadores, por su parte, han tratado de dividir y mandar creando oposición entre trabajadores de acuerdo con su raza, lenguaje o religión. Con quien tiene más en común un trabajador: con un empleador que lo explota pero que pertenece a su mismo grupo étnico o religioso, o con otros trabajadores que tienen antecedentes totalmente diferentes pero que se enfrentan a la misma explotación en el lugar de trabajo? Consideremos otros asuntos. El gobierno de Harper está ocupado saboteando medidas en el campo del calentamiento global, presionando por la privatización de los servicios gubernamentales, y proporcionado un apoyo incondicional a la administración Bush en los asuntos internacionales.

Cuando esto está sucediendo, queremos adherirnos a una visión que parece asumir que las "comunidades" étnicas no tienen interés en estos asuntos, y no juegan un papel en las luchas que tienen lugar a su alrededor? Puede un modelo que asume que los políticos van a ir a las reuniones comunitarias, oír las preocupaciones expresadas, y ver que "se puede hacer", ocuparse de estos asuntos?

Seamos serios: cuándo ha sucedido que las personas que controlan el poder -ejecutivos corporativos y políticos- han "escuchado" algo que contradiga sus intereses o sus ideologías? Cuándo ha sucedido que las personas con poder alguna vez se han sometido a algo excepto al poder del movimiento de masas movilizado para desafiarlos en una manera directa y enérgica?

Como inmigrante que soy, y como persona cuyo primer idioma no es el inglés, encuentro francamente insultante que la gente sugiera que los inmigrantes están sólo interesados en estrechos asuntos parroquiales que afectan sólo a su propia "comunidad". Como ateísta y secularista, me inquieta escuchar a personas sugerir que en una sociedad secular como Canadá, es deseable que la actividad política se centre alrededor de iglesias, mezquitas y templos. Y como socialista que cree en trabajar para deshacernos del capitalismo, no me impresiona mucho alguien que cree que se está dando un proceso de adquisición de poder cuando un político promete ver qué puede ella hacer para mantener un baño público abierto una hora más tarde.

Yo creo que necesitamos una visión que busque unir a las personas en la lucha por un cambio real, no una visión de mantener a la gente aislada en sus comunidades. Esta es mi idea de lo que significa dejar de pensar en reacomodar las sillas del Titanic y más bien trabajar para "construir un nuevo barco".


 
2008.


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